4 Formas reales de trabajar el Autoestima - Buenaventura del Charco

4 Formas reales de trabajar el Autoestima

4 formas reales de trabajar autoestima psicologo marbella

En una entrada anterior escribí sobre lo incorrecto de la idea de autoestima que manejan habitualmente no sólo la población general, sino también la mayoría de los psicólogos, y cómo tanto la investigación empírica como, según votación de los miembros de la APA, los mejores psicólogos del Siglo XX (Carl Rogers, Albert Ellis o Fritz Perls) habían criticado enormemente este concepto y señalado como algo pernicioso y dañino.

Si, entonces, trabajar la autoestima en términos de autoevaluación es algo tan dañino, ¿qué alternativas existen para ofrecer a nuestros pacientes? Os ofrecemos cuatro principios básicos:

Aceptar y Observar el propio Malestar: Ya los padres de las psicoterapias humanistas, como Carl Rogers, Gendlin o Fritz Perls señalaron la importancia de que el sujeto sea capaz de observar su propio malestar como una parte esencial no sólo de la gestión y cambio de éste, sino también como un acto de amor hacia uno mismo, en una perspectiva que podríamos resumir en la premisa “en la medida que es mío me importa, y decido quererme tanto para mirar aquello que es doloroso porque no quiero ignorar mi propio dolor”. 

Posteriormente, ya en el siglo XXI la investigación de modelos con evidencia empírica diversos, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso, el Mindfulness o la Terapia Focalizada a la Emoción (EFT) han mostrado cómo observar el propio dolor (emocional o físico), sin intentar evadirse de él o compensarlo con fortalezas y logros, sino simplemente estar en ello y asumirlo como una realidad propia, crean una verdadera autoestima como relación de amor del individuo consigo mismo, con todo el bienestar asociado que ello genera (mayor confianza en uno mismo y en sus recursos, sensación de bienestar personal, mejora de entendimiento y gestión emocional, autorrealización y congruencia…)

Autocompasión: Probablemente, el del “Self-Kidness” sea uno de los grandes booms de la psicoterapia actual. Tanto las terapias de tercera generación, como diferentes ramas de la psicoterapia cognitiva o la psicología positiva han retomado este concepto original de la psicoterapia humanista y lo han  operativizado conductualmente, pudiendo realizar numerosa investigación empírica al respecto. Kristin Neff, una de las investigadoras de referencia en el tema, no sólo ha demostrado en repetidos experimentos los beneficios positivos que conllevan las actitudes y conductas de autocompasión, sino que además ha llegado a ofrecer la autocompasión como sustituto de la idea de autoestima en la búsqueda de una solución para aquellos pacientes que no tienen una buena relación consigo mismos y se siente poco dignos de ser amados.

Leeslie Greenberg, también ha demostrado empíricamente cómo mediante la silla vacía las partes autocríticas introyectadas del paciente, que le generan un alto grado de malestar, pueden ser reducidas e integradas con ayuda de facilitar la expresión emocional de la parte del individuo “que sufre el ataque de la crítica” y que presenta registros emocionales de tristeza ante el propio sufrimiento (autocompasión) como respuesta emocional adaptativa y sanadora del propio individuo en trastornos del estado anímico o diversos tipos de trastornos de ansiedad.

Si definiéramos la autocompasión, podríamos hacerlo como un contemplar nuestro propio sufrimiento, de manera bondadosa y sin enjuiciarlo, alejándonos de la defensa de la autocrítica sino mirarlo con tristeza y conmovidos desde una ternura genuina con nuestra propia experiencia de dolor, observándolo sin ignorarlo pero no exagerándolo. Algunos autores, también añaden el componente de sentirnos conectados con los otros y no permitir que el malestar nos mantenga aislado o alienados con el sufrimiento.

Responsabilizarnos de nuestras Propias Necesidades: Quizás esta parte, es la que esté menos desarrollada actualmente, siendo la Terapia de Aceptación y Compromiso (que introduzcan la palabra “Compromiso” en el nombre de la terapia no es casual) y la Gestalt han sido los dos modelos de psicoterapia que más han puesto el foco en esta faceta, que surge como respuesta natural a la aceptación y autocompasión ante el propio dolor, pero que nos lleva a algo más allá que la propia queja y tristeza por el propio sufrimiento, algo sanador si nos permitimos el derecho de tener la honestidad con nosotros mismo para dejárnoslo sentir, pero que se vuelve en pernicioso si se convierte en una actitud de queja y nos instalamos en el dolor pero no nos responsabilizamos para hacer algo que ponga fin al mismo.

A mi entender, quien mejor lo explicó fue Fritz Perls en su obra “Sueños y Existencia” cuando plantea que el individuo renuncia a su potencial por la fobia al dolor, evitando su proceso de madurez, que implica aceptar el riesgo y el coste de toda acción que busca cubrir una necesidad propia (que primero hemos de reconocer honestamente que está ahí y no enjuiciarla) que siempre son de naturaleza agresiva, entendiendo por ésta, aquella que rompe el status quo y que solemos vivir como amenazante por poder generar rechazo en otros o frustrante al no conseguirla. De esta forma evitamos ese malestar, pero impedimos cubrir nuestras necesidades y desarrollarnos como individuos plenos.

Decidir el Propio Sentido de la Vida: Aunque sin duda fue Viktor Frankl, con su logoterapia, quien más énfasis puso en el posicionamiento del individuo ante el propio sentido de su existencia como un argumento válido en sí mismo, también otros autores como Albert Ellis postuló la racionalidad de preferir ser feliz mientras se esté vivo como sentido existencial elegido por el propio individuo frente a otros criterios, como la autoevaluación, que son a su entender, distorsiones cognitivas.

Es decir, es el propio el individuo el que tiene el criterio válido para dar sentido a su existencia, ya que aquel que él decida es válido en sí mismo, y por tanto, el individuo para ser feliz ha de realizar un acto de amor y congruencia consigo mismo como para que le merezca la pena vivir su vida en la medida que es suya, algo que implica aceptar su realidad, ser compasivo con ella y asumir la responsabilidad de dotarla de un sentido propio. Esto, no es incongruente con las creencias que el individuo tenga, muchas de las cuales incluyen un sentido de la vida o componente espiritual, siempre y cuando, sea el sujeto quien las abrace libremente

Para cerrar este artículo, desde esta idea de congruencia, ofrecemos estas palabras de Milton Erickson “En otras palabras, reaccionar a lo bueno y a lo malo y manejarnos adecuadamente con ello eso es el verdadero disfrutar de la vida”. Y esto, no es sólo con aquello que ocurre en la vida (aceptación) sino también en la relación con nosotros mismos y con el sentido que le damos a nuestra existencia.

Bibliografía

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Ellis, A. (2001). Feeling better, getting better, staying better. Impact Publishers.

Erickson, M. H., & Havens, R. A. (1992). The wisdom of Milton H. Erickson: Hypnosis and hypnotherapy (Vol. 2). Ardent Media.

Frankl, V. E., & Lukas, E. S. (1988). La voluntad de sentido: Conferencias escogidas sobre logoterapia.

Gutiérrez, O., Luciano, C., Rodríguez, M., & Fink, B. C. (2004). Comparison between an acceptance-based and a cognitive-control-based protocol for coping with pain. Behavior therapy35(4), 767-783.

Kabat‐Zinn, J. (2003). Mindfulness‐based interventions in context: past, present, and future. Clinical psychology: Science and practice10(2), 144-156.

Neff, K. D. (2009). Self-compassion. Handbook of individual differences in social behavior. Guilfrod Press. Nueva York.

Perls, F. (1987). Sueños y existencia (Gestalt Therapy Verbatim). Cuatro vientos.

Whelton, W. J., & Greenberg, L. S. (2005). Emotion in self-criticism.Personality and individual differences38(7), 1583-1595.

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